Erik Weisz, -más tarde Ehrich Weiss- es para muchos el ilusionista más importante de todos los tiempos. Utilizaba “Harry Houdini” como nombre artístico, inspirado por un mago Francés, Jean-Eugène Robert-Houdin.
Probablemente ha pasado a la historia como el icono que es hoy por dos razones. Sus hazañas y su prematura muerte. Sus hazañas son conocidas por todos y esencialmente cambiaron para siempre la magia de salón y el escapismo; con retos cada vez más difíciles, que de manera constante, desafiaban a la muerte. Más tarde, interesado por lo esotérico y lo paranormal, se dedicó a estudiar y desenmascarar médiums, especialmente en los Estados Unidos. Publicó libros sobre el fraude de estos médiums y sus técnicas; siendo un ávido estudiante de la parapsicología y el ocultismo.
La relación con su Madre
Erik Weisz nació en Budapest, en el núcleo de una familia judía, con otros seis hermanos. Llegó a Estados Unidos con sus padres en 1878 a la edad de cuatro años. La familia se mudaría varias veces y atravesaría problemas económicos graves. El joven Erik tuvo una serie de trabajos como niño y debutó a los 9 años como trapecista, haciéndose llamar “Erik, príncipe del aire.” Más tarde se formaría como mago para después presentar actuaciones con su hermano “Dash”, haciéndose llamar “Los hermanos Houdini”. La relación con su madre influyó y dio forma a los valores y la vida del joven mago.
En 1899 conoce a su manager Martin Beck en Minnesota, quien sorprendido por sus actos de escapismo le recomienda que de entre todo su repertorio, se centre en el escapismo. En el año 1900, a la edad de 26 años, ya estaba haciendo actuaciones en solitario viajando por toda Europa; algo jamás visto hasta la fecha y convirtiéndose en uno de los artistas mejor pagados del mundo.
Houdini adoraba a su madre, tanto que en sus propias palabras, “el día más feliz de su vida” fue cuando siendo ya rico, le compró un vestido originalmente diseñado para la reina Victoria, y organizó una recepción donde la presentó a amigos y familiares, llevando ella el susodicho vestido.
Tras la muerte de su madre, Houdini acudió a todo tipo de mediums y charlatanes para ver si daba "con el que de verdad pudiera conectarle una vez más con su querida madre." ni falta hace decir, que su carácter incrédulo y analítico nunca le permitió engañarse a si mismo y terminó por asumir que jamás volvería a hablar con ella en esta vida.
Muerte
A menudo polémico, Houdini se inició “tarde” como masón, -especialmente para la época-, a la edad de 49 años en la logia de St. Cecile No. 568 de Nueva York. Curiosamente, el ilusionista pagó la cuota de “toda su vida” en un solo pago, (algo que se llevaba entre los hermanos acaudalados de la época); poco podía sospechar, que apenas tres años después moriría, posiblemente a causa de, o agravado por, el incidente del vestidor del teatro en Montreal, donde un estudiante de la universidad de McGill le lanzó varios puñetazos cuando se encontraba desprevenido. Este perturbado no era otro que Jocelyn Gordon Whitehead, un tipo del que no se supo mucho más aparte de morir sólo y con síndrome de Diógenes después. Aparentemente, Gordon le preguntó a Houdini "si creía en los milagros de la biblia", y "si era verdad que no sufría los puñetazos", a lo que, sin dejarle contestar, pasó a golpearle repetitivamente en el abdomen, Houdini moriría poco más de una semana después, durante Halloween.
Palabras de Ultratumba
Algo que siempre fascinó sobre Houdini fue su obsesión con la muerte. Si bien desafiaba a la muerte y hablaba sobre ello a diario, tenía un interés exacerbado en el espiritismo y el ocultismo. Parte de su colección de libros se encuentra hoy en la biblioteca del congreso de Estados Unidos, bajo las "colecciones especiales". Echar un vistazo a la versión gratuita de los libros en pdf es de obligado cumplimiento para todo aficionado.
Influido por la muerte de su madre y su interés por el ocultismo, Houdini y su mujer, acordaron un código formado por una serie de palabras que solo ellos dos conocían. De esta manera, pactaron que tras la muerte del primero, fuera quien fuese, el superviviente trataría de contactar con él a través de una red de Mediums y sesiones de Ouija. Se dice que Bess Houdini lo intentó durante años sin éxito.
