ee

De Triángulos y Nazis

Escrito por:
La RedacciónThis "arrow shaped" link takes you to the full blog post so you can read it.

De Triángulos y Nazis

Escrito por:
La RedacciónThis "arrow shaped" link takes you to the full blog post so you can read it.

De Triángulos y Nazis

Escrito por:
La Redacción

Cualquier acto de resistencia pasiva se consideraba una amenaza para el Tercer Reich, más allá de acciones directas y reaccionarias, el nazismo sabía que cualquier principio ideológico que pusiera en duda los principios Nazis era un caldo de cultivo en potencia. Por ello, todo disidente, simpatizante o agnóstico del ideario Nazi era tachado como “enemigo del estado” y los enemigos no tenían lugar dentro de la sociedad alemana.

Por supuesto, todo lo demás es historia, a las acusaciones proseguían los campos de concentración, a menudo sin proceso legal o derechos humanos.  Lo que no saben muchos es que el primer campo de concentración (Dachau) abrió sus puertas en Marzo de 1933, apenas unos meses después de que Hitler llegara al poder, y su uso no era otro que el de albergar “prisioneros políticos”, aquellos que por sus ideas o afiliaciones políticas podrían suponer un riesgo para el régimen.

En 1939 ya eran seis los campos de concentración y su población seguía creciendo. Con un sistema tan rígido de creencias y una paranoia tan punzante, los grupos de personas que pasaban a ser enemigos eran tan diversos como inocuos. Testigos de Jehová, sin techo, homosexuales, “asociales”, gitanos, judíos… y masones.

Por todos es sabido hoy que a los prisioneros de estos campos de concentración se les vestía con un uniforme estándar, un “pijama de rayas” azul gastado y gris, y eran identificados con un código de colores y un parche triangular cosido en el pecho, indicando su categorización Nazi. Verde para los delincuentes, azul para los emigrantes y apátridas, triángulos rosas para homosexuales, morados para los Testigos de Jehová, negro para “asociales” (pacifistas, prostitutas, gitanos o alcohólicos) y estrellas para los judíos, formadas por dobles triángulos superpuestos, cosido uno encima del otro. En el caso de los inmigrantes, a menudo se añadía una letra para indicar el país del prisionero.

Los triángulos rojos invertidos se reservaban para el grupo más variopinto y disperso; que recogía a los “inconformistas”, los “rescatadores de judíos”, los socialistas, sindicalistas… y los masones. Entre otras cosas, Hitler creía que todos los masones de Alemania estaban pasando información a Roosevelt, el presidente de Estados Unidos por aquel entonces y conocido masón. Por ello nada más llegar al poder, el Führer cerró las nueve Grandes Logias de Alemania y estableció un departamento dentro de las S.S. cuyo objetivo era localizar y aniquilar los 80.000 masones que existían en Alemania. A lo largo de Europa, el Nazismo asesinaría a más de 200.000 masones. Y aún así, algunos de los hermanos supervivientes mantenían sus tenidas dentro de los campos de concentración; sin regalia, seguro, pero con la cadena de unión que nos caracteriza.

Durante este tiempo, muchos hermanos perseguidos cambiaron símbolos de reconocimiento como la escuadra y el compás por la flor nomeolvides, sobre la que ya escribimos en este medio, y lo demás es historia. Y la historia, es importante no olvidarla. Y es que en Europa se vuelve a notar un pronunciado crecimiento en la masofobia. Desde la Gran Logia Unida de Inglaterra y su anuncio en el periódico con el lema "Ya basta." (criticando la estigmatización de la masonería) a la nueva discriminación Italiana que prohibe a los masones ocupar puestos en el gobierno; Europa se ve de nuevo impregnada de una intolerancia y persecución que no habíamos visto desde antes de la segunda guerra mundial. Si a ésto sumamos el hecho de que estos mensajes en Europa coinciden con repuntes en la xenophobia, el racismo, el ultranacionalismo y la extrema derecha... el augurio no es bueno, y el trabajo, más necesario que nunca.