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Blancanieves y el primer viaje.

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Blancanieves y el primer viaje.

Escrito por:
La Redacción

Negro como el ébano. Blanco como la nieve. Rojo como la sangre. El viaje de Blancanieves comienza desde el mismo instante en el que su madre desea, anhela una hija con el cabello negro como el ébano, la piel blanca como la nieve y los labios rojos como la sangre. Es el deseo el que a fin de cuentas comienza toda hazaña y todo camino iniciático: el deseo sincero, que se hace carne a través de la voluntad, se sitúa en el epicentro de la búsqueda de la verdad, se convierte en el elemento primigenio, en el éter que colorea los caminos y da vida a los paisajes.

La muerte de la madre de Blancanieves, en el nacimiento de ésta, es el contraste necesario entre la vida y la muerte: el deseo ya ha cumplido su función y, ahora, la voluntad en toda su dimensión le pertenece a Blancanieves: sólo así podemos entender el camino iniciático que ya ha empezado a recorrer, desde la más absoluta delas libertades. Blancanieves forma parte ya de la materia, de los sentidos, de lo reconocible, y el deseo, en este caso su madre, debe volver así al lugar misterioso del que vino.

El padre de Blancanieves termina por contraer matrimonio con otra mujer, que será finalmente la madrastra. Obsesionada con la belleza banal, con el ego sin medida, le pregunta reiteradamente al espejo quién es la más bella del reino. Hasta que Blancanieves no cumpla los 7 años el espejo siempre responderá que ella, la madrastra, es la más bella del reino. El espejo nos muestra tan solo lo que es, lo que existe, y en este caso lo que es y existe es el ego, enfurecido cuando el espejo le dice, por vez primera en 7 años, que la más bella es Blancanieves.

Así es como Blancanieves comienza su viaje iniciático. El cazador, cumpliendo órdenes, la lleva al bosque para asesinarla, aunque finalmente se apiada de ella. El bosque, símbolo de lo profundo, del camino, de la iniciación. Incertidumbre, soledad, miedo.

¿Acaso podría representar la figura del cazador la mano de nuestro Hermano Experto? ¿La síntesis del blanco y del negro? Parece que en la decisión del cazador se encuentran los opuestos que brindan la oportunidad a Blancanieves de comenzar el viaje iniciático.

Si el castillo, si todos los castillos de todos los cuentos representan el mundo material, los bosques, los mares, los senderos representan el mundo espiritual, el camino iniciático. La casa de los 7 enanos, 7 hombres consagrados al trabajo de la mina, a extraer los metales, representa la logia, el lugar donde Blancanieves puede trabajar en su interior, puede explorar, puede descubrir y avanzar hacia el VITRIOL. Tres la dirigen, cinco la iluminan y siete la hacen justa y perfecta. Siete enanos, siete chacras orientales, siete luces, con las que Blancanieves puede recorrer el camino hacia la luz, hacia el viaje interior.

La madrastra, disfrazada de distintos personajes, va hacia la casa de los enanos varias veces, e intenta matar a Blancanieves con una cinta de seda primero, con un peine envenenado después y finalmente con la famosa manzana. Tres veces, tres intentos en los que la madrastra se queda siempre a las puertas de la casa, a las puertas del templo, incapaz de penetrar en la morada de los enanos. Tres veces necesita llamar la manzana de la transformación a la puerta para que le sea abierta. La manzana, símbolo del conocimiento, es conocida y reconocida por ser la fruta prohibida en el Génesis bíblico, la fruta que expulsa a Adán y Eva del paraíso. Es la fruta de la libertad, del viaje y del conocimiento. Al igual que la serpiente bíblica, la tentadora en este cuento es la madrastra.

Es la fruta la que hace que Blancanieves caiga en un sueño profundo, es la fruta la que le permite a Blancanieves completar su viaje iniciático. Los enanos exponen el cuerpo incorruptible de Blancanieves en una urna de vidrio, esperando el despertar de su querida amiga. Esperando, como una crisálida, que despierte, ella, pero siendo otra. Esperando que el trabajo en la casa haya sido suficiente para que la metamorfosis pueda darse, las siete luces la velan día y noche, confiando que se produzca el milagro del despertar, que pueda así continuar el camino iniciático.

Todos sabemos que es el beso de amor quien hace que Blancanieves finalmentedespierte. Es el amor el que nos despierta a la conciencia universal; es el amor el quenos saca del sueño - necesario- de las inercias cotidianas, es el amor el responsableúltimo de las metamorfosis más genuinas. Blancanieves, en ese sueño, no hace otracosa que prepararse para el despertar de la conciencia; sin ese sueño no podríacristalizar todo el trabajo que ha estado haciendo en esa casa, en ese taller de los 7enanos. Es la manzana la que le permite renacer y crecer, es el conocimiento el pasointermedio para el despertar, y es el amor el que hace de adrenalina iniciática.

La madrastra y la serpiente, tan denostadas, son realidades protagónicas en estasfábulas, son figuras no solo a contemplar, sino también a reivindicar: sin ellas no habríadespertar, no habría conocimiento, no habría camino iniciático.

El primer viaje del compañero francmasón tiene mucho que ver con este cuento. Conoce el mundo exterior: mírate en el espejo, huele y saborea el fruto iniciático, escucha las voces y los sonidos que te rodean, toca aquello que te conduzca a la verdad. La voluntad, el emprendimiento del viaje y el perfeccionamiento de los sentimientos.  El primer viaje del compañero, como el viaje de Blancanieves, nos introduce en las vías del conocimiento e interpela directamente a nuestros sentidos. En el primer viaje salimos del castillo, con los sentidos alerta, con la sensación inequívoca de libertad y al mismo tiempo de incertidumbre.

El negro de la muerte, el blanco de la pureza y el rojo de la vida. Colores que representan estados del alma y que reúne Blancanieves, que se convierte así, simultáneamente, en un continente, en una cartografía del camino iniciático, y al mismo tiempo en un contenido del mismo. Blancanieves es al mismo tiempo el recipiente y el líquido, las líneas que demarcan el camino y las huellas que vamos dejando en él. Como el compañero, ella necesita salir al mundo exterior para comprender mejor el mundo interior. Aunque eso signifique muerte, dolor y sufrimiento a veces.

Blancanieves vuelve finalmente al castillo, con la fuerza del amor. Blancanieves vuelve al mundo de la materia, pero con la experiencia y la sabiduría del camino iniciático. En un eterno retorno continuo, el castillo ya nunca será el mismo porque ha sido Blancanieves quien ha trasmutado el significado del mismo; al igual que el compás y la escuadra del Compañero están entrelazados, ambos mundos – el de la seguridad del castillo y el de la incertidumbre del bosque- quedan también entrelazados en esta historia.

Sin los 7 enanos, sin las 7 luces es imposible que una logia, que una casa en el bosque, pueda ser un elemento transformador. El negro, el blanco y el rojo se mezclan en esta historia que es un canto a la libertad, a la voluntad y a la reivindicación del deseo; morder la manzana, una vez más, es el paso definitivo hacia la –dolorosa- libertad. Morder la manzana es un acto de desobediencia a los enanos, que le repiten hasta el extremo que no abra la puerta a nadie. Morder la manzana bíblica también es un acto de desobediencia, en este caso, a Dios. Y es eso, precisamente, lo que hace que Blancanieves muera para después despertar y que Adán y Eva emprendan el camino de la libertad fuera del Paraíso. Quizá el primer acto de libertad sea el primer acto de desobediencia a Dios, al dogma, a lo incuestionable.

Blancanieves es uno de tantos primeros viajes que habremos de recorrer. Nos pone en el camino de la verdad, como tantos otros cuentos y fábulas. Es una oportunidad para el conocimiento y para encaminarnos hacia el VITRIOL. Es una oportunidad para desbastar la piedra, para utilizar los cinco sentidos inteligentemente en el camino iniciático.

El viaje del compañero es un viaje de experimentación, de conocimiento. Es revisitar el bosque con otros ojos, con otra piel. El viaje del compañero es solar, luminoso y excitante, y también plagado de contrariedades. Las vías del conocimiento, de la sabiduría se abren para el compañero, pero también las del amor, las de la fraternidad. El amor es el causante de la metamorfosis final de Blancanieves, y el amor es también el causante de la metamorfosis del compañero. La fraternidad como motor del viaje y como provocadora de conocimiento.

Al igual que Blancanieves, ni entiendo ni comparto la distinción entre conocimiento y amor, entre el trabajo en la casa y la fraternidad con los enanos. Para mí son realidades indisolubles. Acumular conocimientos sin la fuerza motriz del amor por el auto-conocimiento y por el amor por poder compartirlo con otros es un trabajo vacío. Igual que experimentar amor de un modo inconsciente también lo es. El verdadero trabajo del compañero, desde mi perspectiva, es conseguir aunar estas dos caras: la fraternidad y el conocimiento. Conseguir un conocimiento consciente y palpitante, y una fraternidad y un amor de los que poder extraer conocimiento. Blancanieves contaba con la casa de los mineros, los compañeros contamos con nuestra logia, y con el báculo y el pan para el viaje. Pero también, como Blancanieves, necesitamos morder la manzana de la libertad, tomar nuestras propias decisiones, enfrentarnos a la soledad, a los problemas y a lo desconocido. Necesitamos aceptar la incertidumbre que va ligada al conocimiento y al amor.

El evangelio de Mateo, capítulo 13, versículo 13, exclama que “por eso les hablo por parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen, ni entienden”. La verdad está expuesta, aunque no todos la podamos entender en el momento que queremos hacerlo. Blancanieves es, para mí, un faro en el camino iniciático, la complejidad de la historia, sus aristas, sus contradicciones, su sabiduría... Me gustaría poder comprender mejor esta parábola, profundizar aún más en ella, pero de momento esta plancha es todo cuanto puedo comprender.

He dicho.